Politizar nuestros conceptos sobre personas, hechos y circunstancias de la vida cotidiana significa negarnos a considerar la realidad. Esto es darle la espalda a la verdad. Cuando politizamos un suceso nos colocamos las anteojeras de nuestra pertenencia pol铆tica por delante de la autenticidad. Es una blasfemia para la equidad intelectual. Sin equidad no puede nacer ning煤n an谩lisis justo ni correcto. Es un desprop贸sito del pensamiento que siempre debe ser genuino y aut茅ntico.
Un ejemplo de nefasta politizaci贸n manifiesta son las posturas y comentarios que se exteriorizan sobre el lamentable episodio que sufri贸 el jubilado Jorge R铆os quien ultim贸 a un malviviente luego de ser violentado en su propio domicilio por tres delincuentes o m谩s.
La defensa propia es un derecho inalienable que las personas tenemos en protecci贸n de la integridad de familiares, personas inocentes y nuestra propia vida, inclusive de nuestra propiedad. El caso concreto del jubilado R铆os sufre la politizaci贸n extrema e inadecuada, como sucedi贸 con el caso Chocobar y tantos otros que son “juzgados” por los prejuicios sociales, desconociendo las circunstancias concretas de los hechos en s铆.
Consideremos que la falta primera reside en el que delinque, en el que ingresa a una propiedad por la fuerza violentando el domicilio de las personas. Sitio que por su dimensi贸n familiar e 铆ntima posee ribetes de “lugar sagrado” para sus residentes. La primera v铆ctima fue Jorge R铆os, quien luego de una vida de trabajo continuaba en su herrer铆a gan谩ndose la vida con su trabajo fecundo. Quien a los 71 a帽os fue atacado por j贸venes delincuentes que lo golpearon brutalmente.
Claro que estamos de acuerdo con que se esclarezcan con justicia los hechos. Pero no con que cierta “justicia” pretenda que las familias argentinas tengan preparado en su mesa un delicioso refrigerio por si los “se帽ores usurpadores” deciden ultrajar a nuestros seres queridos y, mientras proceden a ultimarnos, les da sed o hambre.
Pertenecer a un partido pol铆tico y comulgar con una doctrina determinada no debe jam谩s “obligarnos” a desconocer razones y verdades que pueden alojarse en hemisferios ideol贸gicos diferentes al nuestro. Mucho menos a descalificar y menospreciar los criterios esgrimidos por individuos seguidores de ideolog铆as distintas a las nuestras.
En el distrito de San Miguel, el programa “Ojos en alerta” de participaci贸n ciudadana es una herramienta que funciona para limitar a la delincuencia en su accionar. El sistema de alerta es aceptado por los vecinos m谩s all谩 de sus simpat铆as pol铆ticas. Lo correcto debe ser honrado provenga del lugar ideol贸gico que sea.
Las doctrinas son criterios con los cuales comulgamos para interpretar y afrontar los desaf铆os de la existencia, pero jam谩s deben ser limitantes para aceptar la realidad del pr贸jimo. Creemos en las doctrinas y dogmas siempre y cuando nos formen en valores 茅ticos de servicio al semejante y bondad. Rechazamos los fanatismos que esclavizan nuestra creatividad. Entre el negro y el blanco reina el arco iris de la diversidad motivadora. Sin respeto al pensamiento ajeno no habr谩 democracia efectiva.
Continuemos aprendiendo. Realicemos el ejercicio de colocarnos en el lugar del otro. De esta manera, comprenderemos mucho m谩s y seguro la tolerancia inteligente aflorar谩 en nuestra conducta.
Abracemos determinadamente nuestra pertenencia pol铆tica manteniendo la libertad de diferenciarnos en aquello que por propio criterio no deseamos abalar o compartir.
Aceptar verdades esgrimidas por otros nos fortalece y promueve nuestra libertad creativa de propio criterio.
M谩ximo Luppino