La relaci贸n 铆ntima y trascendente de los 铆dolos y l铆deres con la gente es tan apasionante como misteriosa. Diego Maradona impact贸 el universo deportivo con su talento futbol铆stico sin igual, al cual le sum贸 una dosis tremenda de entrega personal y de valent铆a para superar rivales, golpes y continuar su derrotero rom谩ntico hacia los goles que le regalaba a la gente, sobre todo a los m谩s humildes.
El pueblo jam谩s dej贸 de amarlo por m谩s “errores o pecados” que le adjudicaran o padeciera. As铆 es la gente, cuando quiere a uno de los suyos lo hace con pasi贸n incondicional y para siempre. Existieron inteligencias geniales que nunca recibieron el abrazo emocionado e incondicional del gent铆o. El camino que conduce al liderazgo popular posee leyes guardadas en los viejos adoquines gastados de la ciudad, o se entremezcla secretamente con las polvorientas calles m谩gicas de los m铆ticos barrios provincianos.
Lo cierto es que Maradona supo erigirse como emblema popular de los pueblos del planeta. El Diego, tan Argentino como Villa Fiorito, se convirti贸 en un Napolitano dilecto, un latinoamericano celebre, un hind煤 aclamado en Bombay. Los pueblos del mundo lloraron al un铆sono su partida al infinito. Las l谩grimas de millones personas distantes y desconocidas entre s铆 comulgaron en un r铆o de lamento y dolor por la muerte del 10.
Cuando se les preguntaba a los argentinos cu谩l era el gol que m谩s recordaba de Diego, el 95% respond铆a el gol concretado a los ingleses. Es que Maradona, al igual que la gente de su pa铆s, sab铆a que ese memorable partido encerraba algo m谩s que una mera contienda deportiva. La po茅tica insolencia rebelde de Diego era amada por el pueblo. La gente sent铆a que Maradona estaba siempre del lado de los postergados del planeta, al lado de los rostros curtidos por el dolor, castigados por los poderosos. A esos seres de esperanzas truncadas, Diego les regalaba sus goles de belleza infinita.
Maradona no busc贸 jam谩s la caricia de los imperios, m谩s bien estaba enfrentado con los explotadores de la gente, con los vampiros de los obreros.
Diego fue un sue帽o maravilloso, una novela dorada redactada por 谩ngeles populares, un hacedor de magia dentro y fuera de las canchas de f煤tbol. Diego, un ind贸mito por naturaleza. El hombre que no dej贸 morir al ni帽o pobre y dolorido de Villa Fiorito, el que se codeaba con reyes y poderosos prefiriendo siempre a los pobres.
Maradona, mejor dicho “el Diego”, es inmortal en el coraz贸n de la gente. Los defectos, las ca铆das y tropiezos fueron an茅cdotas de mal gusto en el seno de un vida genial llena de satisfacciones regaladas generosamente al pueblo.
En estas fiestas navide帽as sabemos que en muchas mesas de familia habr谩 una copa servida en honor del Diez junto a un recuerdo que los pueblos del mundo no dejar谩n morir.
Diego, un argentino que nuestra Naci贸n supo regalarle al planeta.
¡Gracias, DIEGO, por todo!
M谩ximo Luppino