Dos de nosotros

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sábado, 11 de marzo de 2023

FRANCISCO, 10 AÑOS DE BENDICIONES

Máximo Luppino

 


El 13 de marzo del 2013, Jorge Bergoglio fue elegido Papa. Adoptó el nombre de Francisco y entre sus primeras frases les pidió a los feligreses: “Recen por mí”. Con estas sencillas palabras comenzó una historia íntima y sagrada entre Francisco y los humildes del mundo.

Cuando Francisco pide “recen por mí” coloca en trascendente perspectiva el valor de la oración, a la vez que pone la figura papal en el universo humano al visualizar al Santo Padre en las coordenadas de un discípulo de Jesús y por ende en un servidor de todos. Esto fue una revolución en sí mismo ya que rompe con una serie de formalidades superfluas que alejaba a los papas del pueblo. Altera el mundo de comodidades y prerrogativas propias de un Vaticano con toda su burocracia de arcaicas tradiciones para mostrarse tal cual es, un pastor llamado a socorrer a los necesitados del mundo. 

Francisco recrea la esencia mística de los apóstoles, a la vez que se aleja de algunas ceremonias vacías de contenido cristiano. Es la revolución del amor y del servicio al prójimo el fundamento auténtico de los seguidores del gran Maestro.  La gente retorna a la Iglesia, antes ahuyentadas por preceptos separatistas propios de una élite aristocrática.  

Bergoglio llega a Roma con su viejo portafolio cargado de sueños y sus negros zapatos un tanto gastados de caminar por un Buenos Aires de villas de emergencia y duros adoquines de arrabal y tango. 

Ya ungido Papa toma el nombre de Francisco, el santo que abraza la pobreza y la humildad con devoción suprema. El Santo Padre se aleja del oro que casi todo lo corrompe. Reside en una modesta habitación, sin lujo, ni profana abundancia. Con lo necesario es suficiente. Bajo este ejemplo de vida y de saber vivir el evangelio, la Iglesia Católica comienza a recrear sus mejores días. 

Nuestra comunidad en general no dimensionó aún la importancia de tener un Papa argentino. Francisco nos colocó en el mapa del mundo de forma central y relevante. Francisco se formó aquí en una sociedad donde la educación y la salud son gratuitas, donde la solidaridad es moneda corriente y la fraternidad se manifiesta en cada momento como la célebre “gauchada” de nuestros conciudadanos. 

Francisco no está politizado. Algún sector de nuestra arcaica comunidad politiza todas sus declaraciones y fundamentos cristianos y humanistas. Es que en la Iglesia de Francisco hay lugar para todos: homosexuales, lesbianas, divorciados, inmigrantes y descartados son abrazados como merecen serlo. Hijos de DIOS y dignos de la compasión y del amor de nuestro señor Jesucristo. 

Las mujeres ganaron terreno en 10 años de gestión del Santo Padre. Más de 300 mujeres fueron nombradas en el Vaticano en distintos puestos de relevancia administrativa. La integración es una realidad palpable en la vida cotidiana de la Santa Sede. 

La integración con las demás religiones del mundo es un hecho concreto en el universo de Francisco. Su acción ecuménica es realmente de gran valor humano. 

Francisco, a 10 años de ser destacado como Papa, sacudió viejas estanterías de prejuicios y pensamientos viejos para recordarnos que bajo la infinitud del amor a DIOS debemos aceptar a toda criatura viviente. Sólo el servicio importa. 

Recordamos siempre esa frase de Francisco: “El verdadero poder es el servicio”. Es una sentencia que simple y profunda a la vez nos cuesta comprender. 

Francisco, el Papa hijo de nuestras pampas. Nació bajo nuestra bandera celeste y blanca para beneficio del mundo todo. 


           Máximo Luppino

Máximo Luppino

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