Máximo Luppino |
Alberto Fernández brindó su cuarto discurso inaugural del Congreso Nacional en la singular apertura 141 de sesiones ordinarias del cuerpo legislativo. La exposición del señor presidente se dividió en dos grandes momentos bien marcados uno del otro.
En sus más de dos horas de alocución, Alberto, en su parte primera y ampliamente conciliatoria, expuso datos reales y puntualizó logros destacados en los tiempos de pandemia. Luego se refirió al “acuerdo” logrado con el FMI sobre una deuda millonaria en dólares que tomó el deudor serial de Mauricio Macri. Sin dudas no podíamos salir adelante si no conciliábamos intereses con el poder financiero más grande del mundo, ya que las represalias económicas sobre la Nación nos hubiesen hundido en una ciénaga infinita en desgracias para nuestro pueblo.
Existen posiciones políticas que no son utópicas, son suicidas y desgraciadas. Nos referimos a las proclamas de no pagar la deuda con el FMI. Las deudas se pagan, y Argentina siempre pagó. Lo que no debemos hacer es contraer compromisos económicos monstruosos para personales fines, tal cual lo hizo Macri.
Bien explicó todos estos tópicos en este primer tramo de su discurso presidencial, también explicando los inconvenientes financieros que gran parte del planeta sufrió a causa de la invasión rusa a Ucrania.
De pronto, los motores didácticos de Alberto se sobrecalentaron y la condena a Cristina considerada sin fundamento jurídico por el profesor de la UBA, el intento de homicidio a la vicepresidenta de nuestra Nación, más los fallos autoritarios de la Suprema Corte hicieron que Alberto eleve su voz con una pasión casi desconocida en el primer mandatario, quien fustigó con furia fundada a los supremos de la justicia de los hombres.
En estos momentos el diputado Iglesias interpretó su mejor papel insultando a viva voz al primen mandatario. De esta manera justificó Iglesias su presencia en la Cámara. Fernando es el de los insultos al por mayor y ningún proyecto de ley. Cada uno cumple con su vocación y deseo. El de Iglesias es el de ser un grosero y maleducado.
La suprema corte de justicia es sin lugar a dudas uno de los pilares fundamentales de la democracia, para que esto así sea debe cumplir su función con la mayor equidad posible. De este esencial aspecto, según lo indicó Alberto Fernández, procede el incumplimiento de la Suprema Corte, la cual parece sostener un contubernio con encumbrados dirigentes del PRO.
Todo esto fue señalado por el presidente de la Nación en un tono sumamente enérgico, desconocido por el pueblo en general. El “albertismo” salió del congreso de la Nación con una fuerte inyección de sumo optimismo.
Lo importante fue la vivienda número 100.000 que se entregará en marzo y las menciones públicas a ciudadanos de a pie que supieron con la ayuda estatal emerger de situaciones extremas.
Alberto trasmitió su propia visión y criterio sobre su gobierno, el cual ha sido una muy buena gestión en términos de solidaridad social. Así lo cree en verdad mucha gente. Sucede que la ola de desánimo que ciertos periodistas siembran es enorme, aunque la realidad transita por otros carriles mucho más sutiles.
El tiempo, el gran ordenador, dará su veredicto implacable sobre el gobierno de Alberto. Un tiempo que en épocas electorales siempre falta.
Nos quedamos con la frase del presidente: “Vuelvo a exigir a la Justicia que profundice la investigación de aquel hecho y que juzgue y condene a quienes fueron los autores intelectuales y materiales de ese intento de homicidio a Cristina” … Otra vez aparecen los negocios particulares sobre el patrimonio de todos los argentinos y para eso se monta una campaña en contra de nuestras empresas"
Máximo Luppino
0 comentarios:
Publicar un comentario